Por Kevin Twit
Traducción por Andrés Bedolla Gómez
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No hace mucho tiempo vi un letrero en una tienda de antigüedades: «Mi abuela lo había guardado, mi madre lo tiró, y ahora lo estoy volviendo a comprar!» Ese pequeño letrero capta la historia de la música de la iglesia en los últimos cincuenta años. En mi trabajo como pastor con estudiantes universitarios, he estado tomando nota de lo que se siente como el comienzo de un movimiento.
Definitivamente hay un hambre y deseo entre las generaciones emergentes, estudiantes universitarios y veinteañeros para conectar con algo real y sólido en lugar de moda pasajera y efímera. Libros como el de Robert Webber, Los evangélicos más jóvenes (The Younger Evangelicals Baker, 2002), y el de Colleen Carroll, Los nuevos fieles (The New Faithful Loyola Press, 2002), documentan este fenómeno. Recientemente, un estudiante universitario publicó esta carta en un sitio web en respuesta a un artículo sobre los himnos.
Viniendo de un típico grupo de alabanza de jóvenes… Yo no entendía muchas de las letras poéticas e impulsadas por las imágenes, y la palabra “himno” significaba automáticamente música aburrida. Pero me encontré enamorándome de los antiguos himnos. . . . Las palabras son tan profundas y llenas de verdad, uno no puede dejar de ser quebrantado. Cantar himnos ha cambiado seriamente mi vida y me liberó de sentirme frustrada por lo superficial de las letras que se centran en cómo me siento acerca de Dios, lo cual siempre está cambiando. Los himnos me han permitido centrar mi adoración en el Evangelio, que a su vez me obliga a amar al Dios que soy propenso a odiar y a alejar.
Lo que me emociona es ver cómo su descubrimiento de los himnos ha afectado incluso la manera en que expresa lo que ella encuentra en su corazón— «Fuente de la Vida Eterna» ha ayudado a orientarla a una perspectiva más amplia de lo que en la realidad se siente vivir la vida cristiana!
Para muchos, la tradición de los himnos en la iglesia se ha convertido en un recurso preciado; estudiantes de todo el país (EEUU) están buscando himnarios antiguos en las librerías de libros usados, en busca de gemas que han caído en desuso y resuenan todavía con su fe y el anhelo de conectarnos con Dios de una manera profunda. A través del país ha habido una explosión de interés en escribir melodías nuevas para antiguos himnos. En discos de artistas independientes como los Indelible Grace, así como proyectos recientes de artistas como Amy Grant (Legacy) y Caedmon’s Call (In The Company of Angels) han aparecido antiguos himnos, muchos de ellos con nuevas melodías de acuerdo con las culturas musicales de las generaciones emergentes.
Vale la pena reflexionar por qué los himnos se conectan con los jóvenes. Pocos habrían predicho esto cuando los “baby boomers” se deshacían de todo “lo antiguo» o tradicional. ¡Pero todavía necesitamos himnos en un mundo postmoderno! De hecho, la tradición de los himnos tiene mucho que ofrecer a las generaciones emergentes—cosas que realmente desean y que con frecuencia se carecen en la música de alabanza y coro que tan a menudo se promociona como «Adoración Universitaria.» ¿Qué está pasando? ¿Por qué todavía necesitamos himnos en un mundo postmoderno? Aquí hay varias razones:
Porque la Adoración es Formativa
La adoración nos forma y moldea. Nuestros corazones son atraídos de otros “tesoros” al abrirse nuestros ojos para ver a Jesús por quien realmente es. Thomas Chalmers (presbiteriano escocés del siglo XIX), lo llamó el «poder expulsivo de un nuevo afecto». En la adoración buscamos que Jesús sea más hermoso y creíble para nosotros. Anne Steele (del siglo XVIII) captura esto en un himno: «¡Tú eres una hermosa fuente de placer verdadero, a quien adoro invisible; revela tus bellezas a mi corazón, que yo te pueda amar más». La adoración restaura nuestro juicio para que podamos vivir en consonancia con la verdad del evangelio en lugar de estar en el mundo de fantasía en el cual tenemos que ganarnos el favor de Dios. Los himnos son maravillosos para hacer esto.
Debido al anhelo de encontrarse con Dios
Los postmodernos anhelan encontrarse con Dios, y los himnos son algunas de las más ricas expresiones de la experiencia cristiana que tenemos. Son una puerta de entrada a la detección de la verdad en nuestros corazones y no sólo el «saber» de nuestras cabezas. El texto de Wesley «Levántate, mi alma, levántate, sacude tus miedos culpables, el sacrificio de sangre en mi nombre aparece» es un gran ejemplo de clamar a Dios para sentir lo que confesamos.
Porque los himnos nos ayudan a crecer
Los himnos nos enseñan la teología rica que realmente necesitamos. Si tenemos una visión limitada de quién es Dios y qué es el evangelio, nuestra experiencia será limitada. Pablo escribe la mayor explicación del evangelio a las personas que son (literalmente) mundialmente famosas por su fe (Romanos 1:8) porque, como Lutero dijo, tenemos una fuga del evangelio y necesita ser metido en nuestras cabezas una y otra vez! Los himnos realmente nos hacen reflexionar. ¿Por qué el himno de Henry Lyte, «Jesús, mi cruz he tomado,» es uno de los favoritos de mis alumnos? Probablemente porque nos ofrece orientación sobre lo que la vida cristiana es realmente y no endulza el evangelio:
Jesús, mi cruz he tomado, dejo todo y te sigo. Destituido, despreciado,
abandonado, tú por lo tanto serás mi todo. Muera cada ambición
cariñosa, todo lo que he buscado o esperado o conocido. Sin embargo,
¡cuán rica es mi condición! Dios y el cielo son todavía míos. Deja que el
mundo me desprecie y me deje, también han dejado a mi Salvador.
Corazones humanos y sus miradas me engañan, tú no eres como ellos,
falso. O mientras tú me sonrías, Dios de sabiduría, amor y fortaleza, mis
enemigos podrán odiarme y mis amigos negarme, muéstrame tu rostro y
todo es brillante.
Porque los himnos son mini meditaciones sobre las “Paradojas” del
Evangelio que nos impulsan a la adoración
C.H. Spurgeon dijo, “Cuando no puedo entender nada en la Biblia, parece como si Dios había puesto una silla a mi lado, en la que debía arrodillarme y adorarle;. y que la intención de los misterios es ser un altar de devoción». Los himnos son una oportunidad para sentarse en un misterio—como relata Charles Wesley «Oh maravilla de su amor por mi murió el Salvador”—hasta que se empiezan a derretir nuestros corazones.
Porque los himnos pueden enseñarnos el arte de la meditación en las
Escrituras
Este es un arte que necesitamos desesperadamente volver a aprender. Los himnos nos ayudan a tener un tema y darle la vuelta; nos dejan mirarlo desde diferentes ángulos. Y ellos sugieren (aunque no por medios que puedan agotar) formas en que esta verdad debe cambiar nuestras vidas. De esta manera, modelan la manera de meditar sobre las Escrituras y las verdades del evangelio.
Porque los himnos nos recuerdan que sólo podemos acercarnos a
Dios por la sangre de Jesús (1 Pedro 2:5)
La idea de que sólo nos acercamos a Dios, como cristianos, a través de la sangre de Cristo es raramente mencionada en la mayoría de las alabanzas modernas. Necesitamos mirar la cruz más profunda, rica, y largamente, y lo que ésta significa! Como Lutero aconsejó: «¡Por cada mirada que veas tu pecado, mira diez veces a la cruz!»
Porque los himnos nos enfocan más en las promesas de Dios que en
las nuestras
Crecemos por la alimentación en el carácter de Dios revelado y de disfrutar las promesas de Dios. Tenemos que recordar el himno de Augusto Toplady «Roca de la Eternidad» (originalmente titulado «Una oración de vida y muerte para el creyente
más santo en la tierra»): «¡Aunque sea siempre fiel, aunque llore sin cesar, del pecado no podré justificación lograr; sólo en ti teniendo fe, sobre el mal podré triunfar!”
Aquí hay otra lista de razones para cantar himnos en vez de sólo
coros:
– Los himnos ofrecen una gama más amplia de la expresión emocional.
– Los himnos nos ayudan a trabajar a través de las emociones y cubren una gama más amplia de emociones que muchos coros modernos. A pesar de que podemos asociar los himnos con la falta de emoción y los coros modernos a veces con exceso emocional, un estudio cuidadoso revela que el rango emocional de los coros modernos es más bien corto.
– Los himnos tienden a involucrar nuestra imaginación, el intelecto, y la voluntad juntos. Los himnos buenos nos dan rico lenguaje e imágenes que nos obligan a pensar e imaginar como forma de agitar las pasiones. Mientras coros de alabanza hacen uso de las imágenes, a veces se atascan en los clichés que ya no despiertan nuestra imaginación. Las Escrituras están llenas de imágenes diversas; nuestras canciones deben reflejar esta creatividad también.
– Los himnos cuentan una historia y nos llevan a través del evangelio. Algunos coros son a menudo más como «imágenes» que parpadean en la pantalla del televisor por un momento. Nos agitan, pero no nos llevan a ninguna parte. En un buen himno, el autor ofrece su historia y le invita a probarla y ver si podría ser su historia también.
– Los himnos nos recuerdan que la iglesia es más grande que la gente que conocemos, o incluso aquellos que están vivos hoy en día. A través de himnos nos conectamos con los creyentes que vivieron siglos antes que nosotros. Podemos tener «dulce comunión mística, con aquellos cuyo descanso es ganado» («Es Cristo de su iglesia el fundamento fiel» por Stone). Cuando presento a la gente los himnos de Anne Steele, son golpeados con la gran manera en que trata con su inmenso sufrimiento. Ellos encuentran que sus gritos pueden convertirse en sus gritos, sus lágrimas pueden provocar sus lágrimas, y su fe puede alentar su fe. Al ver que se puede conectar con una mujer Inglesa que vivía en un pequeño pueblo hace 300 años y sentir lo que sentía, es poderoso. ¡De repente el reino de Dios se ve mucho más grande!
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http://www.newoldhymns.com/why-young-people-are-returning-to-oldhymn-
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