Esta semana se lleva a cabo el Simposio de Adoración en el Calvin Institute of Worship (Instituto Calvino de Adoración), una conferencia que ha apoyado y cultivado el movimiento de regresar a la costumbre de la iglesia de cantar himnos antiguos con nueva música. No pude estar en el simposio, pero aún así me gustaría aprovechar del momentum del evento para compartir una serie de pensamientos (muchos de los cuales vendrán de nuestra sección de ¨Recursos¨) centrados en la pregunta, ¿Por qué cantar himnos?
Kevin Twit, en su artículo fabuloso ¨Por qué todavía necesitamos himnos en un mundo postmoderno: El poder formativo de la adoración,¨ dice lo siguiente:
Los himnos nos recuerdan que solo podemos acercarnos a Dios a través de la sangre derramada de Jesús (1 Pedro 2:5). Es sorprendente lo poco que es celebrado el evangelio en algunos cantos modernos. La idea de que nosotros sólo nos acercamos a Dios como Cristianos a través de la sangre de Cristo, es (espero) asumido pero raramente mencionado! Y cuando la cruz es mencionada, sólo es mencionada, nunca es explicada o desempacada, o mirada fijamente. El tema más grande es el querer ver el rostro de Dios y Su gloria, pero la cruz es el camino a través del cual vemos el rostro de Dios, y es la expresión más plena de Su gloria! (Lutero llamó a esto “la teología de la cruz” y necesitamos re-aprender esta teología – especialmente en la América de clase media!) Necesitamos mirar la cruz más profunda, rica, y largamente, y lo que ésta significa! Como Lutero recomendó “Por cada mirada que des a tu pecado, mira 10 veces a la cruz!” Pero raramente miramos a nuestro pecado, quizás porque no vemos a la cruz lo suficiente! Porque si realmente ves tu pecado sin ver a la cruz como algo enorme—te devastará!